Por encima de todo desaliento está la confianza en el Señor. El es nuestra fortaleza.--.... ‘Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo para que le trajera a Jacob, para que le reuniera a Israel; tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza…’
Así lo anunció el ángel a María antes de su concepción dándole el nombre de ‘Jesús, porque el salvará al pueblo de sus pecados’. Fue todo su camino en el evangelio y es por lo que ahora le vemos en lo más alto de la cruz.
También dirá, en el mismo sentido que el profeta comentado,‘Padre que pase de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya… que para esto he venido, para hacer tu voluntad…
De antemano el Señor había preordenado sus propios padecimientos
en los patriarcas y en los profetas y en todo el pueblo,
poniendo como sello la ley y los profetas.
Porque lo que había de realizarse de manera inaudita y grandiosa,
estaba preparado desde mucho tiempo,
para que cuando sucediera fuera creído,
habiendo sido prefigurado desde antiguo...
Mira también al cordero que fue degollado en la tierra de Egipto,
al que golpeó a Egipto y salvó a Israel por la sangre...
Él es el que vino de los cielos a la tierra a causa del que sufría,
y se revistió de éste mediante las entrañas de una virgen
presentándose como hombre.
Él tomó sobre sí los sufrimientos del que sufría al tomar un cuerpo capaz de sufrir
y destruyó los sufrimientos de la carne,
Él es el que se encarnó en una virgen,
el que fue suspendido en un madero,
el que fue enterrado en la tierra,
el que resucitó de entre los muertos,
el que fue arrebatado a las alturas de los cielos.
El es el cordero sin voz,
él es el cordero degollado,
él es el nacido de María, la oveja bella,
él es el que fue tomado del rebaño
y arrastrado al matadero,
sacrificado al atardecer
y sepultado por la noche;
sobre el madero no fue quebrantado,
en la tierra no sufrió corrupción,
sino que resucitó de los muertos,
y resucitó al hombre de lo profundo de su sepulcro.
¿Por qué, Israel, has cometido esta nueva iniquidad?
Has deshonrado al que te había honrado,
has despreciado al que te había estimado,
has negado al que te había confesado,
has rechazado al que te había llamado.
has matado al que te había dado la vida.
¿Qué has hecho, Israel?...
Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Su muerte tuvo un valor infinito porque Él es Dios y Hombre y por eso pudo pagar las culpas de toda la humanidad sobradamente. "Copiosa apud eum redemptio". La Redención que se realizó en la Cruz fue abundatísima, como una lluvia copiosa que regara todos los desiertos de la tierra.
Al resucitar al tercer día demostró que la muerte estaba vencida, estaba quebrantado el poder del infierno y abiertas las puertas del Cielo. Y al mismo tiempo, fundó la Iglesia, nacida de Su costado dejándonos así en la tierra una prenda y una guía de salvación, la única y exclusiva, incomparable con cualquier otra "religión" que pretenda dar a sus seguidores la felicidad eterna. La única religión verdadera es la católica y no hay otra que tenga el poder de perdonar los pecados y de distribuir las gracias de Dios.
* * * Estas son las verdades elementales que aprendimos en el Catecismo y son la substancia de nuestra fe. +++tomado de>>>
la estirpe de los malvados se extinguirá;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás.
La Sagrada Escritura, con la que está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso, que es un gran bien para el hombre, también encierra un grave peligro, pues una vez turbada la jerarquía de valores y mezclado el bien con el mal, no le queda al hombre o al grupo más que el interés propio, excluido el de los demás.
De esta forma el mundo deja de ser el espacio de una auténtica fraternidad, mientras el creciente poder del hombre, por otro lado, amenaza con destruir al mismo género humano.
Si alguno, por consiguiente, se pregunta de qué manera es posible superar esa mísera condición, sepa que para el cristiano hay una respuesta: que toda la actividad del hombre, que por la soberbia y el desordenado amor propio se ve cada día en peligro, debe purificarse y ser llevada a su perfección en la cruz y resurrección de Cristo.
Pues el hombre, redimido por Cristo y hecho nueva creatura en el Espíritu Santo, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. De Dios las recibe, y como procedentes continuamente de la mano de Dios, las mira y la respeta.
Por ellas da gracias a su Benefactor, y al disfrutar de todo lo creado y hacer uso de ello con pobreza y libertad de espíritu, llega a posesionarse verdaderamente del mundo, como quien no tiene nada, pero todo lo posee. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
La Palabra de Dios, por quien todo ha sido hecho, que se hizo a sí mismo carne y acampó en la tierra de los hombres, penetró como hombre perfecto en la historia del mundo tomándola en sí y recapitulándola. Él es quien nos revela que Dios es amor, y al mismo tiempo nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana y, por consiguiente, de la transformación del mundo es el mandamiento nuevo del amor.
En consecuencia, a quienes creen en el amor divino les asegura que el camino del amor está abierto para el hombre y que el esfuerzo por restaurar una fraternidad universal no es una utopía. Les advierte, al mismo tiempo, que esta caridad no se ha de poner solamente en la realización de grandes cosas, sino, y principalmente, en las circunstancias ordinarias de la vida.
Al admitir la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo que hemos de llevar también la cruz, que la carne y el mundo cargan sobre los hombros de quienes buscan la paz y la justicia.
Constituido Señor por su resurrección, Cristo, a quien se ha dado todo poder en el cielo y en la tierra, obra ya en los corazones de los hombres por la virtud de su Espíritu, no sólo excitando en ellos la sed de la vida futura, sino animando, purificando y robusteciendo asimismo los generosos deseos con que la familia humana se esfuerza por humanizar su propia vida y someter toda la tierra a este fin.
Pero son diversos los dones del Espíritu: mientras a unos los llama para que den abierto testimonio con su deseo de la patria celeste y lo conserven vivo en la familia humana, a otros los llama para que se entreguen con un servicio terreno a los hombres, preparando así, con este ministerio, la materia del reino celeste.
A todos, sin embargo, los libera para que, abnegado el amor propio y empleado todo el esfuerzo terreno en la vida humana, dilaten su preocupación hacia los tiempos futuros, cuando la humanidad entera llegará a ser una oblación acepta a Dios.
1137 El Apocalipsis de san Juan, leído en la liturgia de la Iglesia, nos revela primeramente que "un trono estaba erigido en el cielo y Uno sentado en el trono" (Ap 4,2): "el Señor Dios" (Is 6,1; cf Ez1,26-28). Luego revela al Cordero, "inmolado y de pie" (Ap 5,6; cf Jn 1,29): Cristo crucificado y resucitado, el único Sumo Sacerdote del santuario verdadero (cf Hb 4,14-15; 10, 19-21; etc), el mismo "que ofrece y que es ofrecido, que da y que es dado" (Liturgia Bizantina. Anaphora Iohannis Chrysostomi). Y por último, revela "el río de agua de vida [...] que brota del trono de Dios y del Cordero" (Ap 22,1), uno de los más bellos símbolos del Espíritu Santo (cf Jn 4,10-14;Ap 21,6).
1138 "Recapitulados" en Cristo, participan en el servicio de la alabanza de Dios y en la realización de su designio: las Potencias celestiales (cf Ap 4-5; Is 6,2-3), toda la creación (los cuatro Vivientes), los servidores de la Antigua y de la Nueva Alianza (los veinticuatro ancianos), el nuevo Pueblo de Dios (los ciento cuarenta y cuatro mil [cf Ap 7,1-8; 14,1]), en particular los mártires "degollados a causa de la Palabra de Dios" [Ap 6,9-11]), y la Santísima Madre de Dios (la Mujer [cf Ap 12], la Esposa del Cordero [cf Ap 21,9]), y finalmente una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas" (Ap 7,9).
1139 En esta liturgia eterna el Espíritu y la Iglesia nos hacen participar cuando celebramos el Misterio de la salvación en los sacramentos.
1151 Signos asumidos por Cristo. En su predicación, el Señor Jesús se sirve con frecuencia de los signos de la creación para dar a conocer los misterios el Reino de Dios (cf. Lc 8,10). Realiza sus curaciones o subraya su predicación por medio de signos materiales o gestos simbólicos (cf Jn9,6; Mc 7,33-35; 8,22-25). Da un sentido nuevo a los hechos y a los signos de la Antigua Alianza, sobre todo al Éxodo y a la Pascua (cf Lc 9,31; 22,7-20), porque Él mismo es el sentido de todos esos signos.
1152 Signos sacramentales. Desde Pentecostés, el Espíritu Santo realiza la santificación a través de los signos sacramentales de su Iglesia. Los sacramentos de la Iglesia no anulan, sino purifican e integran toda la riqueza de los signos y de los símbolos del cosmos y de la vida social. Aún más, cumplen los tipos y las figuras de la Antigua Alianza, significan y realizan la salvación obrada por Cristo, y prefiguran y anticipan la gloria del cielo.
Y qué es---------El tiempo litúrgico?
1166 "La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón 'día del Señor' o domingo" (SC 106). El día de la Resurrección de Cristo es a la vez el "primer día de la semana", memorial del primer día de la creación, y el "octavo día" en que Cristo, tras su "reposo" del gran Sabbat, inaugura el Día "que hace el Señor" (Sal 118, 24), el "día que no conoce ocaso" (cf. Maitines de Pascua del rito bizantino, Oda 9, tropario «Pentekostárion»). El "banquete del Señor" es su centro, porque es aquí donde toda la comunidad de los fieles encuentra al Señor resucitado que los invita a su banquete (cf Jn 21,12; Lc 24,30):
«El día del Señor, el día de la Resurrección, el día de los cristianos, es nuestro día. Por eso es llamado día del Señor: porque es en este día cuando el Señor subió victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman día del sol, también lo hacemos con gusto; porque hoy ha amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justicia cuyos rayos traen la salvación» (San Jerónimo, In die Domnica Paschae homilia).
1167 El domingo es el día por excelencia de la asamblea litúrgica, en que los fieles "deben reunirse para, escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recordar la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios, que los hizo renacer a la esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos» (SC 106):
Pero.....Leemos en el salmo
Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?"
Y contesta Cristo y nosotros con Él:
..................
San Agustín nos lo dice así: El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los muertos...
Y el salmo nos hace cantar diciendo:
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
..........Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.
El trono de los querubines está preparado, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos, se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad.
Por esta misma razón afirma San Pablo: Somos miembros de su cuerpo, formados de sus huesos, aludiendo con ello al costado de Cristo. Pues de la misma forma que Dios hizo a la mujer del costado de Adán, de igual manera Jesucristo nos dio el agua y la sangre salida de su costado, para edificar la Iglesia. Y de la misma manera que entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientras éste dormía, así también nos dio el agua y la sangre después que Cristo hubo muerto.
"Por último, en la noche del Sábado Santo, celebraremos la solemne Vigilia Pascual , en la que se anuncia la resurrección de Cristo, su victoria definitiva sobre la muerte, que nos desafía a ser hombres nuevos en El".
El Santo Padre puso de relieve que "el criterio que guió cada decisión de Jesús durante toda su vida fue su firme voluntad de amar al Padre y de serle fiel. (...)
1Tm 2,4-6
Dios, Salvador nuestro, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
La felicidad del cielo será tan rica como lo ha sido la vida terrena del hombre, de la cual nada se perderá, ya que todo será transfigurado, se volverá perfecto y santificado. Se puede, por tanto, decir que entraremos en el cielo con todo nuestro mundo presente, que participará, mudado, de la nueva vida.
¿De qué forma sucederá? "Ahora vemos como en un espejo, de forma confusa; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de modo imperfecto, pero entonces conoceré perfectamente, como soy conocido" (1Co 13,12). Con estas palabras el Apóstol quiere decirnos que solamente la obra de Cristo, ascendido al cielo con su cuerpo, puede explicar nuestro imperfecto conocimiento de esta metamorfosis. Cristo no explica con palabras, sino con acciones, el misterio de esta transfiguración futura.[92]
Los Padres de la Iglesia dieron relieve a esta verdad ensañándonos que no existe el cielo en su forma perfecta sin la comunión de todos los beatos. Lo mismo nos dijeron San Agustín y San Ambrosio, según los cuales en el cielo volveremos a ver a los amigos de un tiempo. San Jerónimo (ca. 347-420) añadió que en la comunidad celeste los beatos se encuentran con personas que no conocían, y su amistad les hará felices como nunca sucedió en la tierra. La soledad total es una característica fundamental del infierno, mientas que en el cielo reina la comunión.
En el cielo los beatos mantendrán enteramente su propia individualidad y el "yo" no se fundirá con el "tú", los vínculos interpersonales existentes durante nuestra historia serán purificados, y se volverán perfectos. Solamente en el cielo nuestra personalidad alcanzará la plenitud auténtica establecida por Dios en el momento de la Creación, y cada uno de los elegidos se alegrará por la realización del deseo divino de ser a su "imagen y semejanza" (Gn l, 26).[93]
La participación en la vida divina es por sí misma una realidad "sensible y progresiva" y no puede más que llevar a la plenitud del gozo, el cielo, como está expresado en lo que encontramos sobre esto en la Carta a los Hebreos.
Lejos de ser un elemento que despiste del empeño de una transformación de la historia, la esperanza cristiana es una fuente de dinamismo que crece día a día, en cuanto que se apoya en la comunión de la vida divina que por sí misma, siendo el sumo bien, tiende a difundirse. El cielo, sobre el ejemplo de la encarnación del Verbo, quiere tonificar toda la realidad en cuanto que toda la tierra tiene un único "destino": la comunión, en modos diversos, con la vida de Dios (Rin 8,19s).[94]
y la parábola era maravillosa antes de que se diera la explicación.
y la ley era maravillosa antes de que resplandeciera la luz del Evangelio.
se hizo vano lo que era figura, y su fuerza pasó a la realidad;
la ley llegó a su cumplimiento, y traspasó su fuerza al Evangelio.
la figura fue abolida, así que apareció el Señor.
pues se ha manifestado lo que realmente era valioso por naturaleza.
pero ahora es sin valor,
pero ahora es sin valor, a causa del espíritu del Señor.
pero ahora es sin valor, a causa del Hijo sin mancilla.
pero ahora es sin valor, a causa del Cristo de arriba.
pero ahora es sin valor, a causa de la Jerusalén de arriba.
pero ahora es sin valor, a causa de la amplitud del don.
donde se ha establecido la gloria de Dios,
sino que su don se ha derramado por todos los confines de la tierra habitada,
y en ellos ha puesto el Dios omnipotente su tienda.
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