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HIMNO

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MAESTRO

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Dad gracias al Dios del cielo, porque es eterna su misericordia

miércoles, 8 de junio de 2011

Lecturas y


Toma en serio tu conducta en esta vida:


Diez mandamientos



Observa al honrado, fíjate en el bueno:


su porvenir es la paz;


los impíos serán totalmente aniquilados,

el porvenir de los malvados quedará truncado.(S36)








Cargado por caminomisionero


Es sabiduría de Dios, andar por sus caminos, con cuidado de no ofenderle, y siempre, humildemente pedir perdón por nuestros pecados, pues el arrepentimiento enternece al Señor que quiere siempre darte la Paz, aliento de vida divina de la que nos alimentamos por Jesucristo Nuestro Señor....





Confía en el Señor, sigue su camino;




él te levantará a poseer la tierra,



y verás la expulsión de los malvados.





                                                                          


Mira la hermosura de la Ley de Dios en el CIC (Catecismo Iglesia Católica), fuente segura de Verdad.


 CIC___

            2052 ‘Maestro, ¿qué he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?’ Al joven que le hace esta pregunta, Jesús responde primero invocando la necesidad de reconocer a Dios como ‘el único Bueno’, como el Bien por excelencia y como la fuente de todo bien. Luego Jesús le declara: ‘Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos’......


2053 A esta primera respuesta se añade una segunda: ‘Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme’ (Mt 19, 21). Esta res puesta no anula la primera.
 El seguimiento de Jesucristo implica cumplir los mandamientos. 
La Ley no es abolida (cf Mt 5, 17), sino que el hombre es invitado a encontrarla en la Persona de su Maestro, que es quien le da la plenitud perfecta. 
En los tres evangelios sinópticos la llamada de Jesús, dirigida al joven rico, de seguirle en la obediencia del discípulo, y en la observancia de los preceptos, es relacionada con el llamamiento a la pobreza y a la castidad (cf Mt 19, 6-12. 21. 23-29). Los consejos evangélicos son inseparables de los mandamientos.....


2055 Cuando le hacen la pregunta: ‘¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?’ (Mt 22, 36), Jesús responde: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 


De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas’ (Mt 22, 37-40; cf Dt 6, 5; Lv 19, 18). El Decálogo debe ser interpretado a la luz de este doble y único mandamiento de la caridad, plenitud de la Ley:...........


2056-----...............Ya en el Antiguo Testamento, los libros santos hablan de las ‘diez palabras’ (cf por ejemplo, Os 4, 2; Jr 7, 9; Ez 18, 5-9); pero su pleno sentido será revelado en la nueva Alianza en Jesucristo.




2057--------------El Decálogo es un camino de vida:
Si amas a tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, sus preceptos y sus normas, vivirás y te multiplicarás (Dt 30, 16).




Esta fuerza liberadora del Decálogo aparece, por ejemplo, en el mandamiento del descanso del sábado, destinado también a los extranjeros y a los esclavos:
Acuérdate de que fuiste esclavo en el país de Egipto y de que tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y con tenso brazo (Dt 5, 15).
2058 Las ‘diez palabras’ resumen y proclaman la ley de Dios: ‘Estas palabras dijo el Señor a toda vuestra asamblea, en la montaña, de en medio del fuego, la nube y la densa niebla, con voz potente, y nada más añadió. Luego las escribió en dos tablas de piedra y me las entregó a mí’ (Dt 5, 22). Por eso estas dos tablas son llamadas ‘el Testimonio...........................


                                              


2061 Los mandamientos reciben su plena significación en el interior de la Alianza. Según la Escritura, el obrar moral del hombre adquiere todo su sentido en y por la Alianza. La primera de las ‘diez palabras’ recuerda el amor primero de Dios hacia su pueblo:
Como había habido, en castigo del pecado, paso del paraíso de la libertad a la servidumbre de este mundo, por eso la primera frase del Decálogo, primera palabra de los mandamientos de Dios, se refiere a la libertad: ‘Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre’ (Ex 20, 2; Dt 5, 6) (Orígenes, hom. in Ex. 8, 1).
2062 Los mandamientos propiamente dichos vienen en segundo lugar. Expresan las implicaciones de la pertenencia a Dios instituida por la Alianza. La existencia moral es respuesta a la iniciativa amorosa del Señor. Es reconocimiento, homenaje a Dios y culto de acción de gracias. Es cooperación con el designio que Dios se propone en la historia.




2063 La alianza y el diálogo entre Dios y el hombre están también confirmados por el hecho de que todas las obligaciones se enuncian en primera persona (‘Yo soy el Señor...’) y están dirigidas a otro sujeto (‘tú’). 


En todos los mandamientos de Dios hay un pronombre personal en singular que designa el destinatario. Al mismo tiempo que a todo el pueblo, Dios da a conocer su voluntad a cada uno en particular:


El Señor prescribió el amor a Dios y enseñó la justicia para con el prójimo a fin de
 que el hombre no fuese ni injusto, ni indigno de Dios. 




Así, por el Decálogo, Dios preparaba al hombre para ser su amigo y tener un solo corazón con su prójimo...
Las palabras del Decálogo persisten también entre nosotros (cristianos). 


Lejos de ser abolidas, han recibido amplificación y desarrollo por el hecho de la venida del Señor en la carne. 
(S. Ireneo, haer. 4, 16, 3-4).


                                                              


El Decálogo en la Tradición de la Iglesia
2064 Fiel a la Escritura y siguiendo el ejemplo de Jesús, la Tradición de la Iglesia ha reconocido en el Decálogo una importancia y una significación primordiales.
2065 Desde san Agustín, los ‘diez mandamientos’ ocupan un lugar preponderante en la catequesis de los futuros bautizados y de los fieles. 





                                             


El Pueblo de Dios tenía el temor del Señor, como dice la Palabra, como el 


principio de la Sabiduría... y esta toda estaba en la 


LEY DE DIOS, ...


Nosotros entendemos que la Sabiduría es Cristo Jesús, Señor Nuestro....a 


quién Dios ha hecho Justicia y Santidad para 


nosotros,  (S.Pablo)




Pr 8...

    El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. 


    Cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.



    Quien me alcanza alcanza la vida y goza del favor del Señor. Quien me pierde se arruina a sí mismo, los que me odian aman 


la muerte.





                                                                                           


Pues somos hechura de Dios a Imagen de su Hijo Amado:


San Atanasio (C arrianos)
La Sabiduría unigénita y personal de Dios es creadora y hacedora de todas las cosas. Todo - dice, en efecto, el salmo- lo hiciste con sabiduría, y también: La tierra está llena de tus criaturas. Pues, para que las cosas creadas no sólo existieran, sino que también existieran debidamente, quiso Dios acomodarse a ellas por su Sabiduría, imprimiendo en todas ellas en conjunto y en cada una en particular cierta similitud e imagen de sí mismo, con lo cual se hiciese patente que las cosas creadas están embellecidas con la Sabiduría y que las obras de Dios son dignas de él.


Por eso cuidamos su imagen en nosotros, si bien es Él el que se preocupa de nosotros:



Porque, del mismo modo que nuestra palabra es imagen de la Palabra, que es el Hijo de Dios, así también la sabiduría creada es también imagen de esta misma Palabra, que se identifica con la Sabiduría; y así, por nuestra facultad de saber y entender, nos hacemos idóneos para recibir la Sabiduría creadora y, mediante ella, podemos conocer a su Padre. Pues, quien posee al Hijo - dice la Escritura-posee también al Padre, y también: El que me recibe recibe al que me ha enviado. Por tanto, ya que existe en nosotros y en todos una participación creada de esta Sabiduría, con toda razón la verdadera y creadora Sabiduría se atribuye las propiedades de los seres, que tienen en sí una participación de la misma, cuando dice: El Señor me creó al comienzo de sus obras.
Mas, como, en la sabiduría de Dios, según antes hemos explicado, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque Dios no quiso ya ser conocido, como en tiempos anteriores, a través de la imagen y sombra de la sabiduría existente en las cosas creadas, sino que quiso que la auténtica Sabiduría tomara carne, se hiciera hombre y padeciese la muerte de cruz, para que, en adelante, todos los creyentes pudieran salvarse por la fe en ella.
Se trata, en efecto, de la misma Sabiduría de Dios, que antes, por su imagen impresa en las cosas creadas (razón por la cual se dice de ella que es creada), se daba a conocer a sí misma y, por medio de ella, daba a conocer a su Padre. 
Pero, después esta misma Sabiduría, que es también la Palabra, se hizo carne, como dice san Juan, y, habiendo destruido la muerte y liberado nuestra raza, se reveló con más claridad a sí misma y, a través de sí misma, reveló al Padre; de ahí aquellas palabras suyas: Haz que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo...........


Respo:
Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según él.
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad. 



V/. Uno solo es vuestro maestro, Cristo.




Bendito sea Dios.



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